"Marfil" por Debbie Cortés

  • 1/22/2019 12:13:00 p. m.
  • By Debbie Cortés
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Era una tarde, como cualquier otra en la ciudad, Amelie Alic era transportada por su querido amigo Martín en el carro de este, pero no iban los dos solos, no, en la parte trasera iba una pareja que Amelie conocía muy bien, pero que está negaba recordarlos, así mismo, al lado de estos, iba sentada su amiga reciente llamada Nila.
Era una tarde calurosa como las de marfil, de tonos claros y cálidos, el viento era escaso y el poco que había probablemente era el oxígeno que sus compañeros de viaje habían exhalado, la conversación era aparentemente agradable para todos, excepto para Amelie, cuya compañía no le parecía agradable, pero como lo ha enseñado la sociedad, esta debía de ocultar su molestia debido a la desagradable pareja, reía de vez en cuando y se hacía la distraída, qué mejor método para dejar de estar en un lugar en el que no quieres hallarte, Amelie lo sabía muy bien, pues era una maestra en el arte del engaño piadoso y la manipulación, pero no llevaba mucho tiempo del que había descubierto tales dones, la música era su favorita, la radio parecía haberse puesto de su lado al solo poner música que ha ella le encantaba, y que por su puesto los demas odiaban, ya que esta tenía unos gustos un poco peculiares.

El auto tenía un ligero aroma a sudor, combinado con esencia de vainilla y aromas raros que traen los perfumes masculinos, era normal en su cultura que los hombres intentaran ser lo más machos posibles, y las fragancias lo tenían que demostrar, los vidrios del auto iban abajo y dejaba entrar una brisa calidad con pequeñas gotas tibias que hacían el calor más insoportable, aparte del clima, se podría describir la escena como un momento perfecto entre amigos, sin embargo esto no era perfecto, la pareja desagradaba mucho a Amelie y el calor la irritaba, estaba inmersa en un mundo fantasioso en el que ella era la que compartía la parte de atrás con aquel hombre que hacía parte de la pareja desagradable y eso haría de la escena terrible a la escena perfecta, amigos, amor y buena música, de pronto, por la ventana del auto entró una ráfaga de viento, la cual solo trajo consigo una pequeña chispa tibia de oxígeno en estado líquido y eso colmó la paciencia de Amelie, lo cual le hizo recordar que en su lindo bolso de color marfil traído de su reciente viaje a España, traía un pequeño abanico de mala calidad comprado en un lugar de rebajas, lo que le recordaba mucho a la época victoriana, este abanico era del estilo de las princesas, de madera con pequeños detalles grabados en ella, y la tela era de color azul marfil con estrellas de tamaño diminuto en su estampado, Amelie pensó en sacarlo de su bolso y de esa forma atraer a ella un poco de viento creado por el suave movimiento que haría con su mano derecha, sin embargo, la vergüenza de ser objeto de burla por sus compañeros de viaje la obligó a guardar la idea por unos segundos mientras intentaba creer que el clima solamente podía ser precioso y que el sol era radiante y esto era sinónimo de un buen día, sin embargo no pudo contener más esta idea y en un movimiento rápido y desesperado sacó de su encantador bolso aquel abanico clásico que en aquel momento considero tan valioso, rápidamente lo abrió de forma galante y con clase y empezó a ser un movimiento ligero con su muñeca que permitía crear olas de viento tibio, pero era viento al fin y al cabo, en cuestión de unos segundos el viento creado con tal movimiento tan suave parecía insuficiente, por lo cual acelero el movimiento de su muñeca de tal manera que atrajo aun mas la atencion de sus compañeros de viaje, fue Nila la primera en dejar salir de su boca un comentario gracioso a lo recientemente acontecido, seguido por una lluvia de risas de los demás, como era de esperarse a Amelie, esto no fue de su agrado, suficiente era ya con el clima, semejante compañía y su mal estado de animo como para tener que soportar tal comentario, el cual no fue negativo, realmente fue muy gracioso, pero todo lo que hacía reír a dicha pareja era desagradable para Amelie, esta hizo caso omiso del comentario y opto solo por hacer una pequeña sonrisa.
En el camino, el clima parecía mejorar, ya no habían gotas tibias en la brisa y los intensos rayos del sol se habían retirado, llevándose así el mal humor que había sobrecrecido en los hombros de Amelie, permitiendo que esta empezara a valorar aquella escena y dejar de darle importancia a tales invitados infortunados, dejó escapar algunas sonoras carcajadas y cantó las canciones que  parecían haber sido escogidas por ella, se permitió comentar e incluirse en la conversación grupal, pero en ningún momento soltó su abanico, este se convirtió en un símbolo de poder que le permitía sentirse con más clase que su rival sentada en la parte detrás de ella, justo al lado de Nila, disfrutaba ventilarse con este, claramente su movimiento había disminuido para convertirse en uno con mucha gracia, Amelie empezó a disfrutar de la brisa ligera que acariciaba su rostro mientras miraba por la ventana, mientras esperaban el paso del semáforo, disfruto de ver un hermosos paisaje citadino, y empezó a sentirse agradecida por la vida.
Los ruidos de las motos y carros parecían ser una melodía  compuesta por Chopin, de repente se descubrió mirando a través del espejo del auto a un motociclista, como es costumbre este iba en una moto moderna y con una chaqueta negra aparentemente de cuero, Amelie había cubierto la mitad de su rostro con su abanico azul marfil, dejando a la vista solo sus hermosos ojos de color miel, tan dulce como su mirada tierna que expresaba bondad e ingenuidad, el motociclista noto su mirar y la miró fijamente a los ojos, intentando descubrir algo que pareciera se le había perdido, pero que no había notado su pérdida hasta ahora, como si hubiera perdido algo muy valioso que intentaba encontrar en la mirada de Amelie, pero ni siquiera él sabía que buscaba de forma tan desesperada, Amelie lo miraba de la misma forma, como si algo se le hubiera ido de sentir y no logrará hallarlo, porque no sabía que había sido, el semáforo pareció eterno y a la vez el más rápido de la historia, los pitos que realizaban los carros la sacaron del trance del que parecía haber estado durante ese lapso de tiempo, acababa de descubrir eso también, tan rápido como salió del trance, así mismo vio al motociclista partir, para nunca jamás volverlo a ver de nuevo.

Debbie Katherine Cortés



Nacida el 16 de Julio del 97, Estudiante de psicología por cosas del destino, y en pleno descubrimiento de su ser y sus pasiones.



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